Las posturas sirven a la respiración, la respiración sirve a la meditación y la meditación a la vida.
Es fácil confundir el camino con el destino, tanto como es difícil separarlos, así como es correcto decir que el río ya llegó al mar, no que "esta llegando".
Y lo mismo pasa con la meditación, se confunde el acto de meditar con una meta o un objetivo y en el peor de los casos hasta con una obligación.
El acto de meditar, que al principio debe realizarse sentados, quietos y en silencio, porque de otro modo seria prácticamente imposible, pretende nada mas y nada menos que sintonizar la consciencia con la realidad, la mente con el momento presente o como bien lo dijo Pablo de Or´s:
"Pretende reconciliar al hombre con lo que es"
Con lo que es la vida y con lo que es el mismo/a.
Eventualmente dicha sintonía o presencia debería extenderse o mejor dicho mantenerse siempre, no solo en el tapete. Es cuestión de practica y voluntad.
La verdadera razón de meditar es poder vivir la vida con plena consciencia, de nuevo, de lo que es y lo que somos. Poder vivir el "juego de las formas" con la importancia y la atención que merece pero sin drama ni seriedad innecesaria.
Meditar, como la vida es imposible de explicar, de volver palabra, tampoco hay receta ni atajo. Y se hace aún más complicado al considerar que quién pretende meditar o entender la meditación es justamente quien la está impidiendo. El ego, la identidad, es la ilusión que separa la consciencia de la realidad.
Esta aparente contradicción y otras cuantas confusiones clásicas fueron tratadas y escudriñadas en la siguiente conversación.
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