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  • Foto del escritorVanadurga Ashram

Haciendo las paces con la disciplina

La disciplina es lo que nos da constancia, nos hace enamorarnos de los nuevos hábitos y finalmente cultivar una nueva programación mental para transformar nuestras vidas. Sin embargo, es cierto que es un camino a veces tedioso, en el que para sostenerla, encontramos tentaciones y distracciones que nos hacen pensar que es imposible volver a ella y mantenernos enfocados en nuestros objetivos. Por lo que incluso pensar en ella a algunos les causa miedo.


Pero… ¿Qué pasa cuando observamos la disciplina desde el amor y la libertad?

Nos motivamos.


La disciplina es la llave maestra que nos provee satisfacción personal. Ser disciplinados nos brinda responsabilidad y autoconfianza, porque completamos aquello que nos proponemos y trabajamos en la fidelidad hacia nosotros mismos, lo que automáticamente, nos permite desarrollar relaciones más sólidas y atraer a nuestra vida toda la energía que necesitamos para seguir avanzando en nuestros procesos personales.


La disciplina nos enseña a valorar nuestro libre albedrio.


Desde el camino del yoga y la meditación, para alcanzar una libertad sublime, debemos moldear la que conocemos y poseemos, tomando decisiones que aunque la mente distingue como sacrificios terminan por beneficiarnos enormemente.


‘Un poquito de ‘dolor’, es capaz de traernos una ganancia infinita’ decía Swami Sivananda.

Sea para aprender algo, para profundizar, para salir de la zona de confort, para cambiar, la disciplina es eso que nos hace más fuertes, nos conecta con el poder de nuestro ser superior y nos permite gozar sin identificarnos con todo lo que sucede a nuestro alrededor.




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