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Foto del escritorVanadurga Ashram

Cambiar el Libreto



Levantarse a cambiar el libreto, salir del camino recorrido, a estar atentos al paisaje nuevo. De pronto, en la conversación con el entorno, encontrarse con las raíces de alguien más con caminos que ya ha recorrido. Marcela nos sumergió en su historia, nos llevó de la mano por piedras lisas y nos mostró caminos nuevos.


Caminos nuevos para nosotros pero para ella, caminos llenos de memoria. Ella carga con sus recuerdos y nos permitió verla. Ver el territorio con sus ojos, entender qué es lo que aprecia.




Por unos segundos, trate de imaginar que usted es de nuevo una niña, un niño de 5 ó 13 años, o alguna edad en ese rango, y que para llegar a su escuela, es necesario caminar por un camino ancestral que pasa entre otras fincas, potreros y hasta la misma selva; un camino de piedra que llega a un alto desde el que es posible ver la cuenca del río Arenal alimentado por múltiples vertientes de agua cristalina, agua que baja desde montañas  esponjosas de zonas selváticas en regeneración.


El camino es realmente impresionante, pero también difícil, especialmente durante los días lluviosos en los que las piedras se vuelven resbalosas, es decir, durante gran parte del año, esta caminata hacia o desde el colegio, incluye por lo menos algunas gotas de lluvia.



¿Cómo es posible reunir a personas con recorridos tan diferentes, en un mismo lugar remoto inmerso en una selva Colombiana? Esto es yoga llevado a su máxima expresión, real, tangible, terrenal. La realidad de los niños de la Escuela Alto de la Florida, un espacio que está a pocos kilómetros montaña arriba saliendo de Vanadurga Ashram, en el camino que conduce hacia el municipio de San Carlos, es una realidad muy diferente a la nuestra, y la realidad de Marcela, una de las personas que trabaja en este Ashram organizando y limpiando todos sus rincones, es totalmente diferente a lo que hemos vivido la mayoría de afortunados Karma Yoguis que pasamos por este lugar. 


Nuestros caminos no se cruzan por casualidad, iniciar un viaje de reconocimiento histórico del territorio no es un acto aleatorio. Todo se conecta a la misión que tenemos en este planeta, por ahora, una labor de protección, de regeneración y aprendizaje. 


Quedarnos cómodos en la idea de ir al mismo camino de siempre, es negarnos la oportunidad de conocer nuevo maestros. Y solo si estamos dispuestos y con el corazón abierto, logramos ver el aprendizaje en el árbol, en el agua y en los ojos de los niños.





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