
Descubrí que ayudar a los demás había sido mi propósito al venir a esta tierra cuando inicié mi camino espiritual. Sin embargo, no me daba cuenta que ese propósito se estaba convirtiendo en una trampa que mi ego espiritual me estaba tendiendo. ¡Sí! Resulta que no vine a salvar a nadie. Mi andar no tiene por qué responsabilizarse de cambiar a nadie, ¡mucho menos!, Querer que mi “Madre Teresa de Calcuta”* interior, se sintiera realizada por alguna labor social que hacía, me llevó a olvidarme de mí misma. Estaba ayudando desde mi escasez, y, al hacerlo, la única que realmente estaba pidiendo a gritos ser ayudada era yo.

¿Cuál es la relación de esta reflexión con la limpieza en la escuelita?
Pues resulta que, al estar allí, pude ver con claridad que esta vez no estaba ayudando desde mi ego espiritual, sino desde mi corazón. Este sentimiento ya se venía acentuando con varias acciones previas, pero fue en esa escuelita donde mi corazón estalló de emoción.
Esta vez, no le conté a nadie sobre mi hazaña, no publiqué fotos en Instagram, no me agoté emocionalmente, ni sentí inmediatamente la necesidad de ayudar a alguien más. En esta ocasión, el amor que entregué me hizo sentir plena.
Me llenó de energía para compartir, y me permitió habitarme desde un lugar donde sentía que podía dar sin sentirme vacía.

Ese amor que entregué no se agotó; al contrario, sentía que podía ser entregándolo bajo la gran certeza de que nunca se me iba a acabar, al multiplicar este sentimiento de amor se magnificó y con el paso de los días, me acompaña con fuerte presencia en mi día a día.
Reflexión:
A veces, ayudar desde el ego puede agotarnos, pero cuando lo hacemos desde el corazón, el servicio se convierte en una fuente infinita de amor que jamás se acabará✨
Escrito por: Soraya Mahecha
Madre teresa de Calcuta (1910-1997): fue una monja y misionera de origen albanés, conocida por su labor humanitaria en la India. Fundadora de las Misioneras de la Caridad, dedicó su vida a ayudar a los más pobres, enfermos y marginados. Su trabajo le valió el Premio Nobel de la Paz en 1979. Es recordada por su compasión, humildad y entrega a los demás, especialmente en Calcuta, donde transformó la vida de miles de personas.
Comentarios