"La naturaleza es el antídoto para los males de la humanidad"
Zach Bush
Indígenas, Budistas, cristianos o ateos, al final compartimos todos el mismo linaje, el linaje humano.
Cuando nos olvidamos de esto, ahí fue cuando nos perdimos.
Nos separamos de nosotros mismos y de nuestra madre, se nos olvidó qué significa ser hijos de la tierra, cómo se siente su amor y cómo tratar a nuestros hermanos.
Han sido miles de generaciones heridas por la falta de cuidado, víctima y victimario se turnan de diferentes formas y con diferentes nombres.
Tan profunda es la herida que ya no sabemos de dónde viene el miedo y la tristeza. Ya no se trata de buscar culpables o revelar recuerdos.
Se trata de aprender a sentir, aceptar la herida y respirar el dolor.
Ese dolor, la falta de amor, se siente nada más y nada menos que en el corazón; buena y mala noticia al mismo tiempo.
El corazón expande todo lo que le toca, ya sea el miedo o el amor, afectando todo a su paso y en todos los niveles, fisiológico, químico, energético, mental y emocional.
Podemos decir que la mayoría de enfermedades tienen su origen en alguna forma de tristeza y en la incapacidad de sentirla. Y al mismo tiempo sabemos que la cura de todos nuestros males tiene un lugar de origen.
Sanar el corazón es sanar la vida, y sí, la cura es el amor.
Con tal de no sentir hemos llegado a niveles de distracción tales que ya no queda ni un segundo para contemplar, para ser, para estar.
Ignorando que entre más corremos, más nos alejamos.
Como una lámpara que necesita luz, no se entera de que ella es lo que está buscando, por eso nunca se encuentra.
La naturaleza, que nunca se apaga, que nunca se olvida, es el antídoto para las enfermedades de la humanidad.
Para sanar el corazón hay que aprender a escucharla
Hacer silencio, poner atención, sentir y hacer las paces con la realidad, una y otra vez hasta que se vuelva hábito, hábitat.
No solo somos del mismo linaje, además compartimos el mismo corazón.
Te invitamos a escuchar el Satsang completo de la abuela Rosenda.
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